Dolor rodilla

Rodilla corredor: ¿Qué es la rodilla del corredor?


La rodilla del corredor es una de las lesiones más características del corredor de fondo. Representa más del 10% de las lesiones de rodilla por sobreuso asociadas a la carrera a pie. Tanto es así que a esta lesión se le ha denominado "rodilla del corredor" (al igual que la tendinitis rotuliana recibe el nombre de "rodilla del saltador"). Consiste, como veremos más detalladamente, en un dolor en la zona lateral de la rodilla, que aparece típicamente al rodar. Debido a que el origen del dolor está en el roce que se produce en la parte distal de la cintilla iliotibial al cruzar la rodilla, a nivel del condilo femoral externo, el termino más adecuado para definirla es Síndrome de la Cintilla Iliotibial ("Iliotibial Band Friction Syndrome" en la literatura anglosajona). Aunque el diagnóstico no es complicado, conseguir que el atleta se recupere en poco tiempo para la carrera sí puede ser un reto para el médico, el fisioterapeuta y el entrenador del deportista.
Rodilla del corredor

Rodilla corredor: ¿Cuál es la causa de lesión de rodilla del corredor?


La fricción entre el borde posterior de la banda iliotibial y el reborde del epicóndilo femoral externo del fémur originan este síndrome. Estudios histológicos han demostrado que no existe una bursa auténtica en esta zona, y el tejido que subyace a la cintilla es sinovial. El roce es máximo en torno a los 30º de flexión de la rodilla, por ese motivo molesta más cuando el ritmo de carrera es lento y la rodilla está más tiempo en ese rango de movimiento. Posiblemente el aumento de tensión soportada en la fase de apoyo por la fascia lata y la cintilla iliotibial en unas determinadas circunstancias (contracción excéntrica en abducción) originan el proceso inflamatorio que requerirá el tiempo adecuado para la recuperación del tejido dañado.

Rodilla corredor: Factores que favorecen la rodilla del corredor


Como en todas las lesiones por sobrecarga existen factores intrínsecos y extrínsecos que confluyen para provocar esta lesión.

Entre los factores intrínsecos se ha relacionado la rodilla del corredor con alteraciones de la pisada, mala alineación de los miembros y dísmetría, así como a debilidad de los abductores de la cadera, en especial del glúteo medio, de forma que el tensor de la fascia lata intenta compensar el déficit y el aumento de su tensión origina la mayor fricción que desemboca en el proceso inflamatorio.

Entre los factores extrínsecos, como en otras patologías, tenemos el aumento en volumen o intensidad de los entrenamientos, carreras cuesta abajo, calzado inadecuado, así como falta de factores recuperadores necesarios entre entrenamientos (descanso, buena alimentación, masaje,...).

Rodilla corredor: Diagnóstico de la lesión rodilla del corredor


El diagnóstico de esta lesión es eminentemente clínico. Una historia detallada y una exploración física simple nos dan el diagnóstico, no siendo necesarias otras pruebas complementarias salvo que las anteriores no sean típicas. El dolor en la parte externa de la rodilla aparece tras uno o dos días de ligeras molestias que se van intensificando en los rodajes, de manera que a los 10-20 minutos del comienzo el atleta se ve obligado a parar. En reposo no suele molestar, pero la siguiente vez que el deportista sale a correr el dolor aparece en el mismo o menor intervalo de tiempo y se hace más intenso. También se ha descrito este síndrome en otros deportes que requieren la carrera a pie y en ciclistas.

Rodilla corredor: Exploración física de la rodilla del corredor


La exploración suele tener como único hallazgo el dolor a la palpación en el epicóndilo femoral externo teniendo la rodilla flexionada unos 30 grados. En algunas ocasiones muy agudas puede haber inflamación evidente en la zona, pero no es habitual. Puede haber dolor a la palpación de toda la fascia lata, y contractura del músculo tensor de la misma. Es importante hacer una exploración encaminada a identificar factores propiciadores de la lesión como los ya comentados: estudio de la pisada, alineación de los miembros, dismetrías, etc... Debe evaluarse la movilidad y flexibilidad del miembro inferior al completo. Si el dolor es en la interlínea articular debemos pensar en otros procesos como la meniscopatía externa.

Rodilla corredor: Pruebas complementarias de la rodilla del corredor


En ocasiones puede ser necesario completar el estudio con radiografías evisimples de la rodilla y una telerradiografía de miembros inferiores para evaluar la alineación en bipedestación y la dismetría. La gammagrafía no aporta nada si el cuadro es típico y la Resonancia Magnética tampoco está indicada de forma rutinaria puesto que el único hallazgo que puede encontrar es el aumento de líquido entre la cintilla y el fémur. Sí debe hacerse este estudio en casos en los que el diagnóstico no esté claro.
Rodilla del corredor
Foto 1: Gammagrafía de un paciente con Síndrome de Fricción de la Cintilla Iliotibial de la rodilla izquierda (discreto aumento de captación señalado por las flechas).
Foto 2: Corte axial Resonancia Magnética de la rodilla izquierda de un atleta que sufría la lesión. Esta prueba es poco útil, salvo que se quiera descartar otra causa del dolor. En el círculo amarillo se marca la zona del epicóndilo femoral externo.

Rodilla corredor: Tratamiento de la rodilla del corredor


En primer lugar es totalmente necesario dejar de rodar. La modificación de la actividad es imprescindible para obtener una mejoría significativa. Las medidas antiinflamatorias (hielo, antiinflamatorios, corticoides y fisioterapia) fracasarán si no se interrumpe la carrera a pie o la bicicleta en el caso de ciclismo. El inconveniente de esta lesión es que dificulta mucho el mantenimiento de la capacidad aeróbica, debido a que la bicicleta, la máquina elíptica y el aqua-jogging también provocan síntomas en la zona, debido a que la rodilla realiza flexoextensión en todos ellos. Creemos que en las primeras dos semanas deben evitarse, pero puede autorizarse la natación sin patada. Las infiltraciones con corticoides permiten un rápido control de los síntomas inflamatorios que permiten trabajar lo antes posible en los aspectos de estiramiento, liberación miofascial y posteriormente el fortalecimiento de todos los grupos musculares del miembro inferior, pero en particular los abductores de la cadera.

Debe valorarse la prescripción de plantillas a medida y la necesidad o no de un alza en caso de dismetría. Según la intensidad de los síntomas y la evolución de los mismos, se pueden comenzar la vuelta a la carrera con tramos cortos y rápidos, puesto que éstos provocan menos dolor que el rodaje a ritmo más bajo. Una buena forma de mantener la forma es realizar circuitos de fuerza haciendo las transiciones con carreras que se pueden ir alargando según la tolerancia. Si la exploración física es favorable se autoriza la carrera a pie empezando con unos 10 minutos y aumentando progresivamente el tiempo, siendo recomendado comenzar solo rodando en días alternos. Deben evitarse carreras cuesta abajo en las primeras semanas de reincorporación a los entrenamientos. La mayoría de los corredores bien diagnosticados y tratados se recuperan en aproximadamente 6 semanas.

En los raros casos en los que fracasa el tratamiento conservador, en nuestra opinión por haberse planteado tarde o incorrectamente, puede ser necesaria una pequeña intervención quirúrgica que consistirá en la resección de un "rombo" en la zona degenerada de la cintilla iliotibial, o bien otras técnicas dirigidas al alargamiento del borde inferior de la misma. Ambas técnicas han ofrecido buenos resultados.